Ramon Bernández, Picasso y el motín del 93 en A Coruña

El abad de la Colegiata Ramón Bernárdez fue uno de los personajes de referencia en A Coruña, del que indudablemente Picasso (durante su estancia familiar en la ciudad) tuvo noticia e influencia debido al problema que presentaba la ruina de la Colegiata y el levantamiento del pueblo en 1893.

Ramón Bernárdez fue abad entre 1885 y 1911 manejando una abadía casi sin recursos y que terminó siendo infelizmente reconstruida por los arquitectos Faustino Domínguez y Juan de Ciorriaga que son los que diseñan la plaza de toros del Campo de Marte inaugurada en 1876.

Ramón Bernárdez publicó Responsabilidad Moral (Santiago, 1893), Liberalismo, ¿quit est? (A Coruña, 1890) y en lo que nos interesa la Reseña histórica y descriptiva de Santa María del Campo… (Tuy, 1892).

El año de 1893 es una fecha emblemática en la formación y la vida de Picasso en A Coruña porque se produce la voladura del barco Cabo Machichaco en Santander, la bomba en el Liceo de Barcelona, el galimatías sangriento de Melilla, un continuo rumor anarquista, la publicación holográfica de su revista titulada Azul y Blanco y la algarada de los coruñeses reclamando la permanencia de la Capitanía, a cuya defensa, y encarcelamiento temporal, se presentan Ramón Bernárdez, el médico Rodríguez, Pedro Barrié y Pastor, Salvador Golpe…, y Pérez Costales en la distancia porque ya estaba escarmentado de los avatares de la prisión y persecución que tuvo a lo largo de su vida política.

En cualquier caso, las reseñas documentales e impresas nos hablan de una iglesia de San Jorge, hidalga, amplia, vecina del Ayuntamiento y por lo tanto muy apta para que en ella y a su puerta se celebraran las paradas, los Corpus y los hoy denominados “homenajes a la bandera”, contra una Colegiata en obras, maltratada por la lluvia en una plazoleta ruin.

Siendo ello así esta última situación no fue óbice para que don Ramón Bernárdez, mientras duró su prisión en el convento de Santo Domingo, dejase de ser regalado con mantas, alimentos y botellas de vino por sus vecinos, por las casas y ultramarinos de mayor importancia; y para que su persona fuera aclamada por las “arrichadas pescadoras, carniceras y floristas” [sic] ―es de pensar que el cronista escribió floristas en vez de verduleras por parecerle menos ofensivo dada la calidad que les atribuían los costumbristas Mesonero, Estebánez, Larra y la publicación Los españoles pintados por sí mismos―.

En todo ello participó el pueblo entero de A Coruña, incluyendo la mirada pasmada de Picasso y el bodrio romántico del abogado Martínez Esparís que cual trovador de aquel haz de mujeres vindicatorias le dedica una poesía en la que habla de: tumbas, temores, cunas, perdones, pueblo infeliz y pendones. 

El prócer Eusebio Da Guarda aplaudirá a la comisión desde el balcón de su casa en la Calle Real cuando estos son liberados.

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