Mark Granovetter o la trascendencia del “capital social”

Mark Granovetter o la trascendencia del “capital social”

 

En días pasados los medios de comunicación se hacían eco de la entrega Premio Fronteras del Conocimiento (Fundación BBVA) al sociólogo estadounidense Mark Granovetter, por su teoría sobre la importancia económica y social de la “red de conocidos”.

Uno de esos titulares expresaba que él era un “descubridor” del valor que tienen las relaciones interpersonales. Y de este aserto se deriva la relativa miopía acerca de la trascendencia que para la economía y para el funcionamiento global tiene la “dimensión social” (normas y valores, redes de relaciones, confianza).

Esta dimensión social se especifica en el ámbito académico con el nombre “capital social”. Y es una variable del todo necesaria, pues completa el conjunto de dotaciones que nutren a la economía, siendo las otras el capital físico, el capital financiero, el capital natural y el capital humano.

Mark Granovetter (New Jersey, 1943) es un representante principal de la llamada “sociología de la economía”. Sus contribuciones y argumentaciones son notables en lo que respecta a la crítica de la corriente principal de la ciencia económica, el “paradigma neoclásico”, cuya figura antropológica es el homo œconomicus (un ser racionalista, individualista, asocial y utilitarista). La simplificación del mainstream ha supuesto la “expulsión de la dimensión social”, que no cuenta para una ciencia ―la económica― que asemeja “aislada”, con un funcionamiento meramente cuantitativo y matemático. Y en cierto modo podemos afirmar que esta visión reduccionista traspasa el ámbito académico y alcanza a la sociedad y a la política ―en el espectro neoliberal y en el socialdemócrata―.

Mark Granovetter (1985) contrapuso a dicha corriente principal el argumento del “embeddedness”, que establece que toda acción económica se imbrica, influye y se ve influida por (y con) las estructuras de relaciones sociales. Esto es, la economía está sujeta al contexto social, en toda su extensión; siendo uno de sus elementos la “red social”.

El estudio de esta última pieza ha sido, como indicamos, la razón del premio otorgado a Granovetter. Este profesor de la Universidad de Stanford publicó en 1973 un artículo seminal titulado “The strength of weak ties”, que vio luz en la prestigiosa revista científica American Journal of Sociology. La tesis fundamental del autor era que los lazos débiles (conocidos, contactos, colegas) despliegan un rol decisivo en el proceso de búsqueda de empleo (movilidad social), y también como inductores de cohesión en la sociedad. Para ello condujo un estudio basado en entrevistas al azar con profesionales, directivos y trabajadores especializados en la ciudad de Boston, en el que advirtió que más de la mitad había encontrado trabajo debido a sus conexiones personales; por medio de la gente conocida (lazos débiles) y no solo a través de los amigos y parientes (lazos fuertes).

Granovetter esgrimía que estas relaciones de lazos débiles proporcionaban a la persona recursos de naturaleza más heterogénea, que a priori no podría hallar en sus lazos más fuertes (familia, círculo social próximo); todo lo cual daba lugar a un incremento del flujo de información y oportunidades para el sujeto.

La tesis de Granovetter es muy citada en los estudios de capital social. Mas, siendo del todo relevante su aportación científica, se puede aseverar, igualmente, que ha conducido a un sesgo en esta teoría del capital social; porque se ha pasado a minusvalorar el papel socioeconómico, también trascendente, de los lazos fuertes (la familia y el círculo social próximo).

Primero, los lazos débiles de los que habla Granovetter son provistos y/o canalizados en numerosas ocasiones a través de los lazos fuertes. Esto significa que la información sobre una oportunidad de empleo puede llegar al individuo por medio de un lazo débil, pero quien es poseedor de ese vínculo débil puede ser un lazo fuerte (ej. un padre o una madre, o un amigo cercano). En este sentido, los lazos fuertes pueden transmitir lazos débiles.

Segundo, los lazos fuertes desarrollan un papel insustituible en la provisión de soporte económico, físico y emocional. En su seno se recrean relaciones basadas en la reciprocidad ―a menudo incondicional― y la confianza. Por lo que son esenciales para el bienestar de la persona.

Y, tercero, no solo los lazos débiles juegan un papel cohesivo en la sociedad. El hecho de que la persona se imbrique en un entorno relacional próximo y estable despliega asimismo una impronta cohesiva para el conjunto de la sociedad. Ello se debe a que, de acuerdo con la literatura científica, la confianza general, la cohesión social y el civismo son alimentados por los factores “micro” cognitivos y estructurales tales como la educación, la prosocialidad de los valores inculcados, el entorno familiar, las experiencias vividas y en general las interacciones dentro de las redes personales.

Finalizo señalando que es muy positivo que reconocidos premios como el Frontera del Conocimiento sean otorgados a investigadores como Mark Granovetter. Porque se da visibilidad a interrogantes sociales que pueden tener un impacto muy significativo en el plano socioeconómico y del bienestar.

Enhorabuena y reconocimiento al profesor Granovetter por su cardinal contribución al pensamiento económico. 

 

 

 

Texto escrito por el Dr. Matías Membiela-Pollán, Profesor de la Universidade da Coruña. Autor de los libros La teoría del capital social (Editorial Camiño do Faro, 2013) y Capital social: glosario. El valor económico de la dimensión social (Editorial Camiño do Faro, 2016).

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